Disfraces de todo tipo y color llenaban la plaza central. Una tarima donde se encontraba la representación de una familia real, la orquesta con una música muy particular holandesa y la gente en la verbena disfrutando el día de carnaval. Las latas de cerveza se pasaban de mano en mano ¡Familias completas disfrazadas!
Después de un rato y unas cuantas cervezas más, me sentía como en la fiesta de cualquier pueblo. Aunque la anfitriona seguía perdida, las caras nuevas con las que compartía eran variadas y nada aburridas.
Mientras Angie se esforzaba por solucionar los problemas del grupo, yo disfrutaba de la cerveza, gente disfrazada, música holandesa y gente nueva con quien compartir. Pero algo pasa cuando uno toma mucha cerveza...
Como se imaginarán, los bares estaban llenos de gente y uno debía consumir para utilizar el baño y, sin mas opciones y después de ver a un par de holandeses orinar en una pared, decidí hacerlo. Y no es que tenga algún tipo de prejuicio, pero en un capitulo de How I Met Your Mother a Barney Stinson lo mandaron a hacer trabajo social por orinar en la pared trasera de una iglesia(!) tampoco es que me generara mayor reparo y me tocó hacerlo dos ocasiones mas....
Llegada ya la noche, y tras las apariciones y desapariciones repentinas de Angie, el parche era ya mucho mas grande. ¡Dios! ¡Qué cantidad de colombianos en Holanda!! Ya la tarima estaba desocupada y no podríamos perder la oportunidad de pasar por ella un rato, a bailar una canción de la cual no podíamos llevar ni el ritmo...

Creo que sobre esa hora perdí la memoria de mi cámara -no pregunten cómo por que no lo tengo muy claro-, decidimos ir a algún bar del cual recuerdo la sonrisa de la chica de la barra porque no sé ni qué clase de música ponía, cosa que aún me pregunto.
Después de caminarnos todo el pueblo, llegamos al apartamento. Mientras estábamos hablando, escuchamos una voz fuerte que provenía de afuera. Era la española, que tenía unos cuantos tragos encima. Después de reírnos un rato tratando de comprender por qué tenia manchas negras en el rostro, decidió ir a su casa. Pero, en su estado, decidimos acompañarla. Angie en su pijama y su bici y yo caminado, requerimos de cierto empeño para conseguir que se acostara, pero después de un momento lo logramos. Regresar al apto sería otra experiencia no vivida desde hace tiempos. Montar en bici y llevar a Angie fue agradable. Tres de la mañana en un país desconocido con un frío impresionante, pedaleando al lado de un canal… Realmente fue un día diferente, en un país diferente con gente desconocida. Me hace sentir que vale la pena estar lejos de mi país, me hace sentir que tengo nuevos amigos, ¡Me hace sentir que puedo vivir muchas mas historias!






